Si observas a un niño que empieza a caminar suele andar por cualquier lugar riéndose de donde aparentemente no hay nada. A veces tiembla de emoción y su cara se ilumina sin causa aparente. Ese comportamiento de jugar con el agua salpicando a todas partes, reírse de la nada o jugar al escondite es algo que nos pertenece de forma innata. Esa llama de paz y júbilo interior la tenemos todos por derecho propio. Es nuestra naturaleza verdadera.
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